Los pobladores de Boruca son el único grupo indígena que permaneció en sus territorios originarios durante la conquista y colonización de las tierras de Costa Rica. Las mujeres Boruca son guardianas de una tradición cultural que lleva años de preservación: el tejido artesanal. Ellas participan del proceso desde la siembra del algodón hasta la manufactura de distintos productos: bolsos, pañuelos, alfombras, billeteras, entre otras.
Esta actividad comunitaria tiene mucho simbolismo y significado cultural para los Borucas. De acuerdo a las tradiciones orales, la luna enseñó a los ancestros sobre cómo teñir el algodón. Ellos utilizan distintos elementos naturales para el teñido en diferentes colores: cortezas, raíces, frutos y caracoles marinos.
Los indígenas son muy respetuosos con la madre naturaleza y la madre mar. Cada verano ellos migran desde las montañas de Buenos Aires a las costas del sur del océano Pacífico. Allí pueden teñir sus hilos de algodón con caracoles marinos. Familias enteras viajan en bote a través del río Grande de Térraba hasta la playa de Ventanas en la Península de Osa.
Allí ellos extraen el tinte de los caracoles marinos que viven en las rocas costeras. Los artesanos soplan los caracoles con el fin de que expulsen el tinte, como una reacción defensiva ante un ataque. Luego de que se tiñe el algodón, los caracoles son devueltos a su lugar de origen en el mar, sin causar daño alguno a los moluscos.
Los hilos teñidos son lavados con agua salada de las costas y permanecen bajo el sol durante 1 a 2 semanas. El color, una vez terminado el secado de los hilos, es morado.